
La diabetes es un desorden metabólico en el que la insulina no desempeña su función, bien sea porque el páncreas no puede producirla en cantidad suficiente (TIPO I) o porque las células del cuerpo no responden a la misma (TIPO II). En cualquier caso la consecuencia es una concentración de glucosa en sangre al no poder ser absorbida por el organismo que puede dañar los nervios, el corazón, los ojos, los riñones y los vasos sanguíneos entre otros. La diabetes no tiene cura pero puede controlarse con una dieta adecuada, ejercicio físico, medicación y chequeos médicos que incluyan medición periódica del nivel de azúcar.
Las personas diabéticas son propensas a padecer problemas en los pies ya que, como hemos visto, los nervios y los vasos sanguíneos se pueden ver dañados. Un diabético puede sufrir un golpe o una herida en un pie y no darse cuenta -debido a la pérdida de sensibilidad- hasta que la infección esté muy avanzada. Una pequeña infección que en un caso normal tendría un fácil tratamiento aquí puede desembocar en una necrosis que conllevaría la amputación de la parte afectada.
La comunidad médica insiste en la importancia de una educación para la diabetes con el fin de prevenir cualquier complicación. En el caso del cuidado correcto de los pies se estima que un 75% de las amputaciones podrían evitarse si se presta la atención adecuada de manera regular:
- Revisar los pies todos los días por todas sus partes, sobre todo las más escondidas, como entre los dedos y debajo de ellos.
- Aseo diario con agua tibia (si está muy caliente puede provocar quemaduras) y jabón neutro (un jabón fuerte puede dañar la piel), prestando especial atención a un secado completo en todas sus partes para evitar infecciones en las zonas húmedas. El cuidado de las uñas también es delicado ya que pueden encarnarse por lo que se recomienda cortarlas tras sumergirlas en agua tibia y siempre en línea recta.
- Hidratar bien sin que queden húmedos, de manera que no se produzcan grietas en la piel que pudieran desemboar en una infección.
- Para activar la circulación se recomienda ejercicio diario, así como sentarse con posturas adecuadas sin cruzar los pies. El tabaco también empeora la circulación en los pies, por lo que se recomienda dejar de fumar.
- Siempre hay que usar zapatos y calcetines cómodos que sean demasiado ajustados ya que no dejan circular bien la sangre.
- Prestar atención al interior del zapato para evitar rozaduras o puntos de presión. Una buena medida preventiva es cambiar el tipo de zapato cada 4 ó 5 horas para cambiar esos puntos de presión.
- Siempre que se pueda es recomendable usar calcetines o medias suaves y transpirables que no aprieten ya que suponen una capa adicional de protección para el pie.
- Es aconsejable una revisión periódica de los pies por parte del médico o enfermero, a quien se informará de cualquier cambio observado como heridas, enrojecimientos o ampollas.
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