
A todos nos ha pasado en alguna ocasión que comenzamos una bolsa de patatas y comenzamos a comer una tras otra, hasta terminar la bolsa por completo. Estos alimentos provocan en muchas personas un deseo irrefrenable de seguir comiendo, incluso cuando ya se tiene el estómago lleno. Una de las razones que explican este comportamiento es el alto contenido de grasas y carbohidratos que contienen las patatas fritas.
Además, ahora sabemos que este tipo de alimentos estimulan las áreas cerebrales que se relacionan con el placer, la adicción y la recompensa, lo que explicaría también que se siga picando y no se pare hasta que se acabe la bolsa, según ha demostrado un equipo de científicos de la Universidad de Erlangen-Nuremberg.

Otros factores como el contenido en sal o que sean crujientes también provocan el efecto placentero que impide dejar de comer patatas u otros aperitivos; así como dulces como el chocolate. Todos ellos elevan los niveles de dopamina, que es un neurotransmisor relacionado con el placer.
A pesar de todo lo dicho, no a todas las personas son incapaces de parar de comer patatas fritas. La explicación a esto se hallaría en una predisposición genética, al igual que sucede con otras adicciones. Lógicamente, también influirían las preferencias de cada persona y otros factores como que la madre comiera mucho este tipo de comidas.
En cualquier caso, esta forma de comer sin control de forma compulsiva es una de las principales culpables del aumento de las tasas de sobrepeso y obesidad en los países desarrollados. De hecho, en muchos casos algunas personas se tienen que someter a algún tipo de tratamiento psiquiátrico para tratar estas adicciones. De ahí que sea muy importante controlar el consumo de las patatas fritas y otros aperitivos.
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