

La Unión Europea (UE) explicó la semana pasada su intención de prohibir la venta de refrescos y bollos en colegios y escuelas de educación infantil. Ante esta inminente situación, los Gobiernos de cada país, los organizaciones de consumidores y responsables de salud pública reclaman que se subvencione la oferta de frutas y hortalizas en los comedores escolares.
El objetivo a cumplir es prevenir la obesidad infantil ya que según los últimos datos extraídos por la Comisión Europea, unos 14 millones de niños en el viejo continente la padecen. Una auténtica epidemia a la que se debe poner fin de inmediato. En consecuencia de la alimentación de los más pequeños, el 27% de los hombres y el 38% de las mujeres, ya adultos y adultas, de la UE están considerados como obesos.
Además, desde Bruselas se trató de explicar que será una medida muy positiva dado que la obesidad está provocando un aumento de afecciones como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares. No obstante, el Ejecutivo comunitario deberá todavía decidir sobre la estrategia a seguir porque debe "buscar el justo equilibrio entre acuerdos voluntarios y medidas legislativas".
Ante esta situación se abogará, según han informado algunos medios, por la prohibición de bollos y refrescos en centros escolares porque según hemos visto en las estadísticas es, desde más pequeños, cuando se contraen todas estas enfermedades. Para ello, la UE llevará a cabo diferentes campañas de concienciación para hacer ver que estos dos alimentos deben ser sustituídos por otros dos.
En paralelo, se debería mejorar la formación del personal que trabaja en las cocinas de los colegios, establecer normas específicas sobre las comidas escolares y llevar a cabo controles. También se apuesta por poner en marcha programas de educación alimentaria para los niños y también para los padres, y se señala la importancia de promover el ejercicio físico en la escuela y facilitar que se pueda llegar a los colegios a pie o en bicicleta.