Nuestro estado de ánimo afectado por la luz
En lo que se refiere a la luz solar y las estaciones del año, existen investigaciones que demuestran la influencia de los cambios estacionales en nuestra psique. Durante los meses de otoño e invierno perdemos energía, interés en la vida social y dormimos más. Aquellos que se ven más afectados y experimentan cambios profundos en su humor durante estos periodos podrían estar sufriendo del trastorno afectivo estacional (TAE). Entre los síntomas se destacan irritabilidad, cansancio, tristeza o sentimientos de vacío y pesimismo, cambios de peso, pensamientos de muerte, suicidios o desinterés por las actividades que se practican. Lo curioso de esta afección es que influye tanto en las personas que viven rodeadas por la naturaleza como a los que viven en una gran ciudad, más aún en estas últimas dado que nuestro estilo de vida nos hace más vulnerables a las depresiones. Para aprovechar al máximo los beneficios de esta luminosidad, puede ser interesante cambiar ventanas en aras de ganar mayor esplendor en el interior de nuestra estancia. Otro punto a destacar es que, generalmente, asociamos nuestra tristeza a los dramas cotidianos del día a día: una mala jornada en el trabajo, una discusión con la pareja, un problema familiar, etc. Pero nunca pensamos en que nos puede faltar luz. ¿O es que hemos escuchado a alguien decirnos que está con un mal día porque no sale el sol? Hasta el sexo depende de las horas de luz. En verano las hormonas tienen un aumento en sus picos, lo que nos hace estar más dispuestos a mantener relaciones.



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Durante cierta etapa de mi vida tuve que trabajar de noche y me iba muy temprano a casa, por lo que rara vez veía el sol, un día salí mas tarde, estaba saliendo el sol, nunca me pareció tan bella la luz dorada que emanaba. Dicen que la gente en países escandinavos se deprime con mayor facilidad por la falta de sol.