Son muchas y variadas las opiniones que emiten los expertos acerca del consumo de distintos tipos de agua. Como demuestran los estudios, en ocasiones no se encuentra adecuadamente desinfectada o presenta ciertas irregularidades en sus componentes, por lo que su consumo debe ser prohibido. La cantidad excesiva de trihalometanos (THM) es una de estas causas, ya que implica graves riesgos para la salud.
Se trata de compuestos químicos volátiles que se originan mediante la combinación de materia orgánica y derivados halogenados en el agua. Según los estudios, un abuso de los mismos incrementa el riesgo de padecer algunas enfermedades.
Son subproductos de la desinfección del agua, fruto de la reacción del cloro (el desinfectante más utilizado en España) con la materia orgánica presente en el agua. También se producen durante los procesos de desinfección con otras sustancias, como el bromodiclorometano, el dibromoclorometano y el bromoformo. La proporción de THM depende de factores como la temperatura, el pH del agua, la concentración de bromuros y la cantidad de desinfectante vertido.
El nivel máximo permitido de este compuesto en España es de un máximo de 100 microgramos por litro de agua, un límite establecido por el Real Decreto 1400/2003. Si el porcentaje de THM es mayor, no es apta para consumo. Este control de calidad corresponde a cada municipio, siempre y cuando el abastecimiento de agua para la población se realice de forma directa. Si el proceso cuenta con intermediarios, la responsabilidad será de los gestores.
Los trihalometanos afectan negativamente a nuestra salud. Se asocia esta sustancia a la aparición del cáncer de vejiga y de otras patologías que afectan al hígado y al riñón. Asimismo, las exposiciones prolongadas pueden afectar al embarazo dando lugar a un crecimiento intrauterino retardado o abortos espontáneos. Los síntomas suelen presentarse a largo plazo.
Un paso imprescindible para eliminar los trihalometanos del agua es en las estaciones potabilizadoras (ETAP: Estaciones de Tratamiento de Agua Potable) es la eliminación de la materia orgánica que contamina el agua. El problema es que consiste en un proceso complejo que no suele alcanzar el 100% de efectividad. Por ello, el agua debería ser sometida a un proceso especial que elimine los restos de materia orgánica previamente a la cloración; por ejemplo, tratamientos con carbón activo, agua oxigenada, dióxido de cloro u ozono.
Sin embargo, algunos expertos sostienen que estas opciones también producen sustancias indeseables, y que es preferible la presencia del cloro en el agua que la contaminación microbania. Eso sí, éste nunca debe superar los límites establecidos.
Utilizamos cookies propias y de terceros para generar estadísticas de audiencia y mostrar publicidad personalizada analizando tu navegación. Para poder seguir navegando necesitamos que aceptes su uso. más información
Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.
Te recomendamos