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Siempre que nos recomiendan hacer una dieta incluyen al menos dos comidas a la semana de legumbres. Este tipo de alimentos es muy energético, ricos en proteínas y fibra pero pobres en grasas. Las legumbres son carbohidratos complejos que aumentan la sensación de saciedad, por lo que calman el hambre mejor y durante más tiempo. Legumbres son los garbanzos, las lentejas, las judías, las habas y los guisantes, y tradicionalmente han formado parte de la dieta mediterránea aunque injustamente se han asociado a "comida de pobres", por lo económicas que salen, y las modas gastronómicas que se imponen las consideran "poco sofisticadas". Lo cierto es que comer legumbres sólo son ventajas. La alta cantidad de fibra que contienen mejora la actividad intestinal y ayuda a prevenir el cáncer. Es un alimento muy recomendado en dietas para diabéticos como todos los carbohidratos complejos ya que la fibra que contienen ayuda a controlar los niveles de glucosa en sangre, evitando las subidas y bajadas que provocan otro tipo de alimentos más pobres en fibra. Otro tesoro que encierran las legumbres es el ácido fólico, tan necesario para el crecimiento, los tejidos y la salud, especialmente recomendado durante los primeros meses de embarazo como medida de prevención de posibles defectos congénitos en el feto como la espina bífida. Además, para las mujeres es un alimento especialmente interesante gracias al aporte de fitoestrógenos, lo que se traduce en una barrera protectora frente al cáncer de mama y un regulador natural del ciclo menstrual. Las legumbres ayudan a la circulación, a evitar enfermedades cardiovasculares y coronarias gracias a la cantidad de folatos que aportan a la sangre. A pesar de todas las ventajas algunas personas se muestran reacias a su consumo debido a las flatulencias que pueden provocar o a la lenta digestión, pero eso tiene solución. Lo primero es que su consumo hay que incorporarlo gradualmente a la dieta ya que muchas veces no estamos acostumbrados a consumir esa cantidad de fibra. También hay que tener en cuenta que si se ponen en remojo pueden perder hasta un tercio del almidón, que es lo que provoca la aerofagia. Por otro lado, a la hora de cocinarlas el añadir hierbas aromáticas como el tomillo, el comino o el romero facilita la digestión sin molestias. Por último, destierra el tabú de que son comida de invierno, hay multitud de recetas de ensaladas de legumbres para los meses más calurosos del año.