El mercurio es un metal peligroso para las personas y mucho más presente en nuestra vida cotidiana de lo que creemos. Los empastes: plata, cobre, cinc y estaño, mezclados con mercurio para fabricar amalgama, la pasta metálica con que se rellenan los huecos de los dientes. Según algunos investigadores, el mercurio que contiene un empaste puede ser muy perjudicial para el organismo. El mercurio se desprende de los empastes bajo determinados estímulos, según se ha podido medir por la Academia Internacional de Medicina Oral y Toxicología en diversos gráficos: Puede evaporarse al someterse a 20ºC pero también reaccionar químicamente al contacto con la saliva, alimentos ácidos y cítricos, comidas y bebidas calientes, con el flúor de la pasta dental, bruxismo, tener además otros empastes de oro, el tabaco, mascar chicles, ortodoncias o puentes de otros metales, electromagnetismo, etc. El mercurio se absorbe principalmente por debajo de la lengua, la parte interna de las mejillas y a través de los pulmones por inhalación. Una vez que pasa al torrente sanguineo la absorción es rápida y en las células puede dañar otros tejidos. El metilmercurio es oxidado por nuestro organismo transformándolo en una forma ionizada de mercurio orgánico más tóxico que el metálico y que es capaz de penetrar en las células modificando y destruyendo su estructura, incluso la del ADN. De esta manera, algunos hongos, virus y bacterias pueden proliferar con facilidad gracias al debilitamiento del sistema inmunitario y hacer que estas afecciones puntales acaben siendo crónicas. Las amalgamas son la principal fuente de intoxicación aunque hay otros modos como ingesta masiva de pescado contaminado por mercurio, algunos componentes de los tatuajes, la contaminación de ciudades industriales o algunas vacunas y medicamentos.