
En la India fueron introducidos en el siglo XVI y cobraron mucha importancia en la práctica de la medicina tradicional. Los anacardos, allí, se consideran frutos fortificantes y regeneradores. Lo cierto es que su consumo es muy recomendable para gozar de una buena salud.
Los anacardos son ricos en minerales básicos como el hierro, fósforo, selenio, magnesio y zinc. Son también una fuente de antioxidantes y de proteínas.
Su rico contenido en Vitamina B1, convierte a los anacardos en unos frutos esenciales para combatir el estrés y la depresión. Se recomienda también en períodos de lactancia y después de las operaciones, ya que es cuando hay un mayor desgaste de esta vitamina.
La mayor parte de la grasa que contienen los anacardos es mono insaturada. Es buena para la protección de nuestro corazón y para el buen funcionamiento cardíaco. Esto es debido a que ayuda a reducir los niveles altos de triglicéridos que están asociados al riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca. Del mismo moso, ayudan a bajar el colesterol.
Los anarcados tienen un contenido alto de magnesio y esto significa que actúan de manera efectiva en el sistema nervioso. Son muy buenos para el calcio, para la flexibilidad a los huesos y a las articulaciones, y se puede decir que son muy buenos aliados para mantener la fortaleza ósea.
Además de posibilitar el buen funcionamiento de los músculos y de los huesos, los anacardos ayudan en la prevención de los cálculos biliares y en la disminución de los trastornos renales, la artritis y el reuma.
Son ricos en cobre, que es un componente esencial de muchas enzimas, y por tanto son muy importantes en los procesos orgánicos. En este sentido, el consumo de anacardos es muy favorable para proteger de manera natural el cabello y la piel ya que su salud se relaciona con los procesos enzimáticos.
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