Se forma a partir de dos provitaminas: la provitamina D3 que es de origen animal y el ergosterol o provitamina D2, de origen vegetal, que se halla presente en levaduras y vegetales. En la piel, gracias a la acción del sol, se transforman en vitamina D3 y vitamina D2. En el hígado se transforma en calcidiol y más tarde, en el riñón en calcitriol que es el producto más activo de la vitamina D e induce a la absorción intestinal de calcio y fósforo y a la reabsorción ósea.
La fuente principal de vitamina D es la luz del sol, la exposición al sol de unos 10 minutos, tres o cuatro días a la semana, garantiza unos niveles adecuados de dicha vitamina en el organismo. Se almacena en el tejido adiposo y en el músculo para cubrir las necesidades en épocas del año donde no existe exposición al sol. La vitamina D, también procede de los alimentos, como son: el aceite de hígado de pescado, pescado azul, yema de huevo y productos lácteos ,principalmente.
La vitamina D tiene un comportamiento como una hormona, es decir, estimula la absorción de calcio y fósforo de los alimentos en el intestino delgado, especialmente, en el yeyuno y además, incrementa en el riñón la reabsorción de calcio y fósforo, siendo esencial, para mantener la concentración de estos minerales en la sangre y para la mineralización ósea y tiene gran importancia en el embarazo.
La cantidad diaria recomendada es de 5 microgramos al día, que garantiza el desarrollo de niños y adolescentes. Los adultos de más de 50 años necesitarán 10 microgramos al día y los mayores de 70 años, 15 microgramos al día.
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