
La conjuntiva es la primera parte del globo ocular que está expuesta a bacterias y otros procesos irritativos procedentes del exterior. Las lágrimas son las encargadas de protegerla frente a agentes externos.
La conjuntivitis puede ser provocado por diversas causas como alergias, bacterias, hongos, parásitos, determinadas enfermedades, presencia de cuerpo extraños, el mal uso de lentes de contacto o lentillas, traumas o exposición a ciertos componentes químicos. En función de su origen se clasifican principalmente en conjuntivitis alérgicas, conjuntivitis infecciosas (la más habitual), conjuntivitis irritativa y tóxica.
Hay que tener especial cuidado con las conjuntivitis víricas ya que son muy infecciosas, de ahí la importancia de la prevención, que pasará siempre por una buena higiene para no extender la conjuntivitis. Es importante no compartir los cosméticos para los ojos, toallas ni pañuelos, limpiar adecuadamente las lentes de contacto, no tocarse los ojos con las manos, lavarse las manos de forma regular y cambiar las fundas de las almohadas con suficiente frecuencia.

Los síntomas pueden variar en su tipología e intensidad en función del tipo de conjuntivitis, pero de forma general podemos sospechar de esta patología si sufrimos alguno o varios de los siguientes signos:
- Enrojecimiento de los ojos
- Fotofobia o sensibilidad a la luz
- Incremento del lagrimeo
* Estos 3 síntomas se manifiestan de forma general en cualquier tipo de conjuntivitis, mientras que los siguientes dependerán de la causa que la generó:
- Dolor de ojos
- Sensación de arena en los ojos
- Picor intenso en lo sojos
- Visión borrosa
- Costras que se forman en los párpados por la noche
Si se presentan uno o varios de estos síntomas durante varios días hay que acudir al médico. Con un tratamiento correcto, el problema desaparece en unos pocos días. Recuerda que siempre hay que cuidar la salud de nuestros ojos para evitar problemas más serios.
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