Los lunares son tumores benignos que proceden de los melanocitos, unas células de la piel que producen el pigmento llamado melanina. Algunos melanocitos se alteran y se convierten en topos, a pesar de que parecen estar relacionados con la genética y la exposición al sol.
No todos los lunares son iguales. Los más normales pueden ser de colores diferentes: carne, café, negro, rojo, e incluso azulado. Pueden ser planos o elevados, redondos, ovales o de forma irregular y pueden tener una distribución uniforme de color o estar moteado.
Los lunares típicos tienen las siguientes características: circular, marrón, elevado, simétrico, pequeño y con las fronteras bien delimitadas. Varios factores pueden aumentar el tamaño y la pigmentación, como la pubertad, el embarazo o la exposición al sol.
Las células de algunos lunares pueden transformarse en cáncer de piel, en especial el melanoma. Estos lunares anormales son llamados "nevos displásicos", que tienen una mayor probabilidad de desarrollar un melanoma. Es importante aprender a hacer un autoexamen de la piel en busca de que existan cambios en los lunares.
Para ello, debes de revisar tu piel con frecuencia, para aprender a reconocer el aspecto habitual de los lunares e identificar los lunares anormales, debes de tener en cuenta lo siguiente:
-Asimetría- Una mitad del lunar no coincide con la otra mitad en tamaño, forma, color, o en el espesor.
-Bordes- Los bordes son irregulares, festoneados, borrosos o mal definidos.
-Color- El color del lunar no es uniforme, suele tener tonos de beige, marrón, negro, rojo, blanco o azulados.
-Diámetro- Los melanomas generalmente son mayores de 6 mm. de diámetro, pero pueden ser más pequeños.
Fuente Imágenes ThinkStock.
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