

El siguiente paso, como es natural, es transferir este avance que se ha conseguido en animales a las personas. Es quizás lo más complicado, pero gracias a los estudios realizados, y si todo funciona de la misma manera que en los ensayos clínicos en animales, con los nuevos tipos de anestesia se podrá sedar a los pacientes de manera más segura, sobre todo en aquellos que estén en cuidados intensivos.
El avance ha sido posible gracias a los estudios de un grupo de investigadores del Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos, quienes han explicado en la revista Anesthesiology los resultados de su investigación. Pero claro, hay que entender de términos médicos para conocer el alcance de los resultados.
No obstante, y simplificando las cosas, lo que este grupo de investigadores han conseguido es mejorar el efecto de la anestesia en el organismo. Es decir, se basan en la idea de que todos los tipos de anestesia general que existen reducen la presión sanguínea drásticamente y de manera inmediata una vez suministrada, con el riesgo que esto conlleva. En la anestesia se utiliza un anestésico llamado etomidato (que reduce la presión sanguínea).
Pues bien, los científicos han conseguido un compuesto que imita al etomidato y que es más seguro para el organismo, a base de compuestos químicos, de manera que sea más tolerable para el organismo. En síntesis (y resumiendo) esto es lo que han hecho en animales.
La rápida metabolización de este nuevo compuesto va a permitir que los pacientes se recuperen con mucha mayor rapidez después de la anestesia, por lo que los operados van a despertarse antes de la anestesia y van a tener menor sedación.